Técnica de curación y regeneración con L-PRF tras una extracción dental
En el proceso natural de curación tras una extracción, la cavidad que queda en el hueso maxilar (alveolo) se rellena en parte con hueso, pero en parte también con encía. El resultado es una pérdida en anchura y altura del hueso en esa zona.
Con la técnica de preservación de la cresta alveolar con L-PRF se favorece la cicatrización de la herida sólo con hueso. Así se conserva la forma del maxilar para apoyar más establemente futuras prótesis y sobre todo se asegura la posibilidad de una correcta colocación de implantes (si no hay un hueso suficientemente ancho y alto, no se podrían colocar en buenas condiciones).
Además en un 5 - 30% de los casos de extracción dental (según en qué zona de la boca) se produce una alveolitis (inflamación dolorosa de 10-15 días de duración). Con la aplicación de L-PRF, se reduce mucho la frecuencia de esta complicación.
Para esta técnica, se realiza una extracción de sangre en el brazo del paciente y mediante un centrifugado especial se consigue plasma rico en plaquetas y leucocitos. Éste se coloca en la herida y favorece la correcta curación y cicatrización debido a sus especiales propiedades físicas y a su riqueza en factores de crecimiento, lo que acelera el proceso de curación y de regeneración.
Existen otras técnicas para este cometido utilizando materiales artificiales o de origen bobino como sustitutos del hueso. La ventaja del L-PRF es que no requiere emplear materiales extraños al cuerpo, que además son caros. Sólo se usa la sangre del paciente optimizada.
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